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Qui potest capere, capiat

Como a un conejo

Como a un conejo

Por fin lo hemos descubierto. La cura perfecta para el cáncer.

 

 

Guillermo y Renato, son hermanos gemelos, fueron los únicos seres humanos que sobrevivieron en su continente, se devolvían a su patria en avión, un país que ya no existe, sobrevivieron gracias a que su padre (que se suicidó porque no soportó el dolor) no los quiso vacunar, porque nunca se presentó la oportunidad y al pasar el tiempo se le terminó olvidando.

Todos los seres humanos que fueron vacunados contra el cáncer, sí señores, se descubrió la vacuna para el cáncer, no era una vacuna propiamente tal, sino que se descubrió un germen que se devora las células cancerosas apenas éstas aparecen,  pero luego de 15 años de la inoculación  artificial, el germen mutó, cambió de alimento, a cualquier célula, por lo que de la noche a la mañana, las personas amanecieron muertas, ya que el germen se había devorado parte de sus órganos vitales, otras despertaron en medio de la noche con un insoportable dolor, sus manos parecían guantes, sus ojos, unos globos desinflados, a lo igual que la lengua, otros despertaban muertos por la sangre reseca.

Fue aterrador, todos los religiosos creyeron que el día del juicio final,

Oh Dios, Perdónanos, pero no tienes porqué torturarnos de esta forma.-exclamaban algunos desquiciados por las horrendas escenas, ya no había donde correr ni a quién suplicarle. El pánico y la  sentencia de la dolorosa muerte, no discriminaba justos ni pecadores.

 El peligro, la muerte, estaba en cada uno, ni detrás ni adelante, sino que dentro,  sabes que vas a morir, ni el más desdichado de los desdichados, ni el más suicida de los suicidas, se sintieron bien con la noticia, fue una tortura, ardor, huesos desquebrajándose a cada paso, ahogo, fallas motrices, cegueras repentinas, dolores agudos, derrames, ataques cardiacos.

 En aquellos tiempos, 1 de cada 7 personas padecían de cáncer, por lo que decidieron dar la vacuna a todo el mundo, antes de que el ser humano se extinguiera de la faz de la Tierra.

 

Pasaron 15 años de la VM (vacunación mundial), cuando Guillermo y Renato se devolvían de su paseo de fin de año desde España, ellos tenían 18 años, conversaban de lo bien que lo habían pasado y de lo mucho que habían tomado, contaban las diversas anécdotas, como que el Alexis había “pinchado” con una espectacular mujer mayor, que hasta lo invitó a su casa, y justa antes del acto, se entera que en realidad era un travestí, humillado se sentó al final del avión. Unos dormían tranquilamente soñando con el por fin reencuentro de sus amadas que en lejanas tierras lo esperaban,  pero en pleno vuelo, el piloto, las azafatas, y los demás pasajeros, entre ellos sus compañeros, empezaron a morir de forma misteriosa, el primero en morir fue Andrés, un joven idealista muy simpático e inteligente, mostraba sus habilidades de esgrima, cuando de pronto, sintió una especie de picazón en los pulmones, todos pensaron que era una broma, porque solía  hacerlas de esa clase, pero luego de 15 minutos, vomitaba sangre, falleció con unos gritos aterradores, que mostraban todo el dolor que podía sentir un individuo, innegablemente todos se aterraron, él pedía que lo mataran lo más rápido posible, ya no era picazón, sino ardor, como si estuviera respirando fuego, pávidos los pasajeros, creyeron que era una especie de enfermedad contagiosa, puesto varios empezaron a sentir malestares, luego de una jornada de espantoso griterío por el dolor, de llantos y suplicas, fue el turno del piloto, que falleció por un ataque al corazón, otros por derrames cerebrales, y unos simplemente caían muertos, al momento en que el piloto muere, todos los pasajeros restantes supusieron su muerte instantánea, agradeciéndole a Dios por ahorrarles el sufrimiento. La vertiginosa sensación les dio a entender lo peor, el avión cayó en picada y en muy breves pero eternos segundos se estrelló en un lugar de la Cordillera de los Andes, el fuerte impacto y con los pasajeros sin el cinturón, creó una escena digna de la peor (o mejor) película gore de todos los tiempos. La nieve amortiguó la caída, sin evitar que murieran descuartizados más de la mitad de los pasajeros que aún vivían.

 

Guillermo era un total omnívoro, mientras que su hermano Renato, era vegano, siempre discutieron sobre temas alimenticios, pero ahora, a 24 horas del accidente y solos en medio de la nada, no hablaban de otra cosa, de el que comerán, decidieron abandonar rápidamente la zona, descendieron hasta la falda del cerro, se encontraron un pueblo, el hedor lo sintieron desde lejos, no se explicaban que había pasado, pero las calles, las casas, los negocios, estaban atestados de cadáveres putrefactos, hinchados, seguramente llevaban mas de tres días muertos, el pueblo estaba lleno de perros y ratas que, se peleaban cada trozo de carne, la escena era horrible, mujeres, niños, ancianos y hombres por doquier, con una expresión de dolor mascullada en su rostro desfigurado, con los ojos saltones y los brazos abiertos, llenos de gusanos, no aguantaron el olor. Se marcharon, caminaron cuesta abajo, atónitos, sacaron todo los alimentos posibles de cada negocio y casa, angustiados llamaron a la casa de sus padres, pero nadie contestaba el teléfono, supusieron que los del pueblo habían muerto por lo mismo que los pasajeros del avión, de pronto, la noche sin Luna los envolvió en unas inquietantes tinieblas, que les impedía ver mas allá de dos pasos, decidieron pasar la noche en una cueva a la que inspeccionaron primero, Renato el vegano, quedó con los dedos de las manos quemados por el frío de la nieve, mientras que Guillermo, salió casi ileso fuera de un par de contusiones por el impacto, pasaron tres días en esa cueva, casi sin hablar aún impactados por las arrebatadoras escenas que a cualquiera la cordura trizas dejaría, cuando se les acabó la provisión de agua y gran parte del alimento que sustrajeron del pueblo, quisieron volver por más, pero ninguno de los dos recordaba el camino de regreso, pues caminaron largo rato a ciegas, bajaron para encontrar un arrollo cercano, al que oían, Guillermo, al ser omnívoro, cazaba conejos y sapos, para luego devorárselos, y le reclamaba a su hermano Renato que porqué no comía, que se olvidara de esa estupidez de ser vegetariano y que se preocupara de sobrevivir, mientras que este le reprochaba que era vegano y no vegetariano y además que no era necesario aniquilar a más animas, pues podían comer hierbas, Guillermo le gastaba bromas como:

- Si sigues comiendo como un conejo te voy a comer como a un conejo.

 Bromas que para Renato eran de muy mal gusto.

Decidieron caminar por la orilla del arrollo hacía abajo, con la esperanza de encontrar un pueblo o algo, tardaron mas de dos semanas, Renato enflaquecía mientras que Guillermo engordaba, pues este aparte de comer animales( a los que mataba fríamente a palos hasta que se dejaran de mover), también comía hiervas, y Renato sólo comía hiervas, tardaba mucho tiempo en recolectarlas y tenía que compartir con su hermano. Agotados, cansados y exhaustos, llegaron hasta el final del río, que se convertía en una pequeña laguna fangosa, al pisar se hundían hasta las rodillas, optaron por acampar en medio de la nada, cerca de la laguna, en un lugar sin árboles y lleno de arañas y escorpiones, las picaduras de las hormigas los despertaban en la madrugada, por lo que no podían dormir mucho tiempo, se separaban en el día para buscar comida, pero Guillermo siempre llegaba satisfecho y con las manos vacías, mientras que Renato llegaba con una que otra hierva, y mas encima tenía que compartirlas.

Miraba con repugnancia como Guillermo comía insectos y arañas.

 Un día, Guillermo no llegó, Renato preocupado por su hermano, se quedó en vela esperándolo, asustado a cada ruido nocturno, el viento frío que mecía sus cabellos no hacía más que angustiarlo por la terrible soledad, los gritos y las caras del dolor se le quedaron grabados en la mente, a cada hoja que era pisada a sus alrededores este saltaba pensando que era su hermano, pero no, eran roedores que lo siguen durante la noche y sin mencionar los acosadores buitres durante el día,

Luego de dos días solo, apareció Guillermo, contento le dijo que avistó un pueblo a lo lejos, se dirigieron a este, pero Guillermo, no recordó el camino, por lo que no consiguió mas que desviarlos más y más, hasta que no pudieron retornar a la laguna, quedaron en un lugar desértico, sin árboles ni pasto, solo arena y paja, Renato se quedó sin su fuente de alimento, mientras que Guillermo cazaba cuando insecto encontraba, las noches en vela y soledad, las pesadillas de los cuerpos mutilados de los pasajeros y los putrefactos y llenos de gusanos cuerpos del pueblo los terminó trastornando, se quedaban viendo sin desviar la mirada como quien mira al asesino de tu familia a través de un cristal, Guillermo esperaba que Renato se distrajera para devorárselo, dejaron de hablar, Renato temía por el insaciable apetito de su hermano.

Guillermo, al haber comido bastante más que su hermano, no estaba tan preocupado y tenía la mente casi intacta a pesar de las terribles escenas de los horrores nocturnos que les proporcionaban las pesadillas.

De pronto, Renato, cansado de limitarse, hambriento, y furioso por las privaciones que él mismo se impuso, con un suave y sugestivo viento, pensó que en medio de la nada, ya poco y nada importaba la sangre, la moral ni la religión. Asesinó a Guillermo mientras este buscaba insectos en la arena, levantó una piedra cercana, y de un sólo golpe consiguió partirle la cabeza, tirado en el piso con parte de la masa encefálica regada en la arena, el hermano gordo de Renato quedó con raras convulsiones por unos instantes, falleció en medio de la nada en una sombría tarde, Renato fuera de sí con las pupilas dilatadas y salivando tal cual hace un perro con rabia, se devoró cada suculento trozo de carne de su hermano, no quiso dejarle ni los ojos a las hormigas, cuando el festín decoroso de las peores escenas que algún predicador podría detallar del infierno para mantener a sus fieles, acabó diciendo:¿ quien se comió a quien como un conejo?

 Renato caminó y caminó, hablando solo, se devoraba cada cosa que caminara, pasó dos semanas caminando sin parar más que unas cuantas horas para dormir, de pronto, se vio solo, sin nada que comer, ni el cantar de los grillos escuchaba, desesperado por el hambre, empezó a tener alucinaciones, el truculento viento de las montañas que iba y venía de vez en cuando esgrimiendo las malezas y su ensangrentada y desastrosa ropa, le parecía que le decía cosas, conversaba con su hermano, este le decía:

-¿Quieres un apetitoso trozo de carne?

Renato temiendo por su cordura,  respondía que se callara, que él estaba muerto y que se dejara de joder.

Pero a cada rato escuchaba la voz de su hermano susurrándole al oído, “¿Quieres un apetitoso trozo de carne?”

Hasta que un día Renato arto por las voces, miraba a su alrededor pensando que le estaban jugando una broma, sólo vio árboles meciéndose, arbustos medios secos, nubes que no tenían ninguna forma y las montañas de color anaranjadas por el crepúsculo, pero el viento insistía, la verdad era, que ya no había vuelta atrás, su cordura dejó de existir junto con su hermano, ese miserable viento helada que le susurraba : ¿quieres un apetitoso trozo de carne?  Le terminó respondiendo que sí, que deseaba saber donde hay un apetitoso trozo de carne, su hermano le respondió apuntándolo con el dedo, esa fue la última vez que sintió el viento.

Renato, desconcertado, hambriento, se miró las manos, miraba sus dedos como si fueran ricas vienesas, sus brazos como ricas hamburguesas, sus piernas como ricos perniles de cordero, no aguantó mas, se dio una mordida en los dedos, el placer que sentía al devorarse así mismo, opacaba el terrible dolor de cada mordedura.

Cuando volvió en sí, se dio cuenta que no tenía los brazos hasta los codos, y tampoco las piernas hasta las rodillas.

Lenta, pero muy dolorosamente, Renato sintió cada mordedura, observó como su cuerpo fue devorado por cientos de miles de hormigas que lo invadieron sin poder explicarse porqué aún no estaba muerto.

 

Justo antes de desplomarse, creyó ver la imagen macabra de su hermano tal cual este lo dejó tirado en el suelo, con el cráneo abierto y sin ojos, sonriente le dijo:

 Eres el último ser humano, y nadie nunca pensó que terminaría así nuestra raza ¿y ahora quien se comió a quien como a un conejo?

 

De espaldas muerto quedó, mirando la tímida luna que se envolvía en las nubes, el sonido de las hojas chocando entre si, y por último, el viento frío y nostálgico que esgrime sus sucios y maltrechos cabellos.

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N.A Este texto lo escribí hace un tiempo, pero le hice un par de modificaciones, y deseo de verdad, saber que tal lo encuentran. ^^

2 comentarios

isra -

me recordó a sthepen king y a richard matheson, lo habia leido hace tiempo y te di mi opinion, igual es leible, eso en parte es importante

zuni -

me dio miedo y no pude dormir. el cuento esta muy sadistico